Manda...





Este post es consecuencia de una de esas cosas de las que te enteras un buen día y se quedan bien grabadas en la memoria. Es una de esas noticias repugnantes que te hacen sentir como el ser  egoísta que, junto a otros de su misma especie, hace y deshace con el mundo lo que le da la gana.

Bien, al grano pues. De huevos va el asunto, y es que en el supermercado se venden como rosquillas, pero, ¿alguien se ha parado a pensar en esos "seres" que fabrican el magnífico ingrediente de nuestra tortilla de patata?. Gallinas, se llaman. Aunque, si alguno tiene un poco de curiosidad, le recomiendo que indague en la red y busque imágenes de gallinas como las que a continuación describo: más bien parecen, que se yo..., plumas pegadas a algo, de donde emerge tímidamente una especie de cabeza con ojos y algo colgando que debe de ser la cresta (creo). 

Se estima que en Europa, de las más de trescientos millones de gallinas ponedoras que se explotan, el noventa por cien viven en condiciones penosas. Se pasan la vida en jaulas de las que nunca salen. El calor, las heces y otros factores son causa de enfermedades, y se combaten con antibióticos que luego serán transmitidos a nosotros vía tortilla de patata, huevo frito, duro o escalfado. Como a uno más le guste.  

Las gallinas se alteran genéticamente para que pongan más huevos: un promedio de doscientos sesenta frente a los ciento treinta que ponían en la época de 1940. El estatismo a que son sometidas genera osteoporosis y, como consecuencia, rotura frecuente de los huesos. Tras tanto tiempo dentro de las jaulas sería terrible sacarlas al exterior y pretender que anden. 

Para alterar el ciclo de las puestas, en ocasiones se las deja unos quince días sin comer ni beber. Tras uno o dos años de vida tortuosa se las considera "gallinas gastadas", por lo que pasan a ser ingredientes de sopas de sobre o piensos para consumo animal.

El otro diez por ciento de gallinas ponedoras (más afortunadas) se pueden distribuir en estos tres apartados:  
    - En naves cerradas donde no dispondrán de a penas de espacio para correr.
    - También en naves pero con la posibilidad de salir al aire libre durante el día.
    - Al aire libre y con alimentación ecológica.

Si nos fijamos en los huevos que compramos todos tienen una numeración en la cáscara. De la serie de cifras y letras, la primera cifra indica a cual de las categorías que he mencionado antes pertenece el huevo: 0 para huevos de gallinas ecológicas, 1 procedente de gallinas camperas, 2 de gallinas criadas en el suelo pero en naves cerradas y 3 que proceden de gallinas enjauladas y martirizadas.

La mayoría de los huevos que compramos llevan la cifra 3 al principio. Aún así la etiqueta de sus envases suele estar muy bien decorada con alguna gallina feliz y risueña en el campo, el sol de fondo, y demás recursos que parecen mostrarte que aquí no pasa nada.

No pretendo con esto ser un aguafiestas o ir de super-ecologista, no, no van por ahí los tiros. Es más bien cuestión, por un lado, de hacer las paces conmigo mismo por escribir e ilustrar estas líneas: ya lo dije antes, soy un egoista...; y por otro lado, me gustaría que todos los que apareceis por aquí de vez en cuando y leeis algo de lo que escribo penseis un poquito en el tema. Es una pena que cosas como esta ocurran, pero ocurren, aunque giremos la cara y no prestemos atención. Las personas que trabajamos con la imagen tenemos un medio muy eficaz de nuestra parte, y no veo por qué no utilizarlo.